miércoles, 25 de marzo de 2020

2 CRÓNICAS. CAPÍTULO XIV

Asá de Judá (911-870) (1 Re 15,13-22)

141Asá hizo lo que el Señor, su Dios, aprueba y estima. 2Suprimió los altares extranjeros y las ermitas de los altozanos, destrozó las estelas y cortó los mayos. 3Animó a Judá a servir al Señor, Dios de sus padres,  y a observar la Ley y los preceptos. 4Suprimió las ermitas de los altozanos y los cipos en todas las ciudades de Judá. 5El reino gozó de paz en su época. Aprovechando esta paz que le concedió el Señor, la calma que reinaba en el país y la ausencia de guerras durante aquellos años, construyó fortalezas en Judá. 6Para ello propuso a los judíos:
-Podemos disponer libremente del país porque hemos servido al Señor, nuestro Dios, y él nos ha concedido paz con los vecinos. Vamos a construir estas ciudades y a rodearlas de murallas con torres, puertas y cerrojos.
Así lo hicieron con pleno éxito.
7Asá dispuso de un ejército de trescientos mil judíos, armados de escudo y lanza, y veintiocho mil benjaminitas, armadas de adarga y arco. Todos eran buenos soldados.
8Zéraj de Cus salió a su encuentro con un ejército de un millón de hombres y trescientos carros. 9Cuando llegó a Maresa, Asá le hizo frente y entablaron batalla en el valle de Sefatá, junto a Maresa.
10Asá invocó al Señor, su Dios:
-Señor, cuando quieres ayudar no distingues entre poderosos y débiles. Ayúdanos, Señor, Dios nuestro, que en ti nos apoyamos y en tu nombre nos dirigimos contra esa multitud. Tú eres nuestro Dios. No te dejes vencer por un hombre.
11El Señor derrotó a los cusitas ante Asá y Judá. Los cusitas huyeron, 12pero Asá los persiguió con su tropa hasta Guerar. El Señor y sus huestes los destrozaron. Murieron tantos cusitas, que no pudieron rehacerse. El botín fue enorme. 13Aprovechando que los poblados de la comarca de Guerar eran presa de un pánico sagrado, los asaltaron y saquearon porque había en ellos gran botín. 14Mataron también a unos pastores y volvieron a Jerusalén con gran cantidad de ovejas y camellos.

Explicación.

14-16 La figura de Asá resulta ambigua en los dieciséis versos que le concede el libro de los Reyes: a su favor cuenta el celo por el Señor y su largo reinado; contra él  hablan el pacto con los arameos de Damasco, las guerras continuas con Basá de Israel, la enfermedad de podagra. El Cronista soluciona esas contradicciones introduciendo una división temporal (ya lo ha hecho con Roboán), sin allanar todas las dificultades.

La primera etapa está sellada por la reforma religiosa, hasta el seno de la propia familia, y culmina en una magnífica victoria sobre el agresor; continúa la reforma o se vuelve a contar con nuevos datos. Después sucede el doble pecado: buscar el apoyo de una potencia extranjera y perseguir a un profeta; como consecuencia sobrevienen guerras continuas y la podagra que acaba con él. Así se salva el principio de retribución.

14,2-4 Esta reforma religiosa es como un anticipo de la de Josías, sin que hayan precedido reyes impíos y tiempos de disolución religiosa. El original dice que Asá destruyó ídolos y respetó ermitas en los altozanos. Nuestro autor suprime toda referencia a los ídolos y se concentra en formas de culto legítimas, según Dt 16,21-22.

14,5 Con énfasis insiste en la paz, corrigiendo la noticia de 1 Re 15,16.

14,6-7 Las medidas militares, lo mismo plazas fuertes que tropas bien armadas, son defensivas y de prestigio. La propuesta del rey es rítmica y rimada, como si se tratase de un canto festivo; las rimas parecen atar fuertemente la fidelidad del pueblo y la paz concedida por Dios.

14,8-9 Las fortalezas no resisten la formidable invasión de cusitas, que penetran el sur acercándose a Jerusalén (como Sisac en tiempos de Roboán), y la batalla no se decide con las armas. El enemigo se ha metido en una trampa para servir a la revelación del apoyo divino. El ejército invasor supera en número incluso al de Jeroboán.

14,10 La plegaria del rey repite motivos tradicionales: véase, por ejemplo. la oración por un rey antes de la batalla, Sal 20. De nuevo la batalla se plantea entre un ejército humano y Dios mismo; los judíos son testigos que pueden participar en la persecución y el saqueo.

14,13-14 Estos datos parecen reflejar una incursión de beduinos, localizados en una zona pequeña y con algunos poblados defendidos; algo más parecido a las incursiones de madianitas en tiempos de Gedeón (Jue 6), o de David desde Sicelag (1 Sm 27,8-9), que a un ejército imperial.

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