Amasías de Judá (796-767) ( 2 Re 14,2-20)
251Amasías tenía veinticinco años cuando subió al trono y reinó en Jerusalén veintinueve años. Su madre se llamaba Yehoadayán y era natural de Jerusalén. 2Hizo lo que el Señor aprueba, aunque no de todo corazón. 3Cuando se afianzó en el poder, mato a los ministros que habían asesinado a su padre. 4Pero, siguiendo lo que dice el libro de la Ley de Moisés promulgada por el Señor <<No serán ejecutados los padres por las culpas de los hijos, ni los hijos por las culpas de los padres; cada uno morirá por su propio pecado>>, no mató a sus hijos.
5Amasíasñ reunió a los de Judá y puso a todos los judíos y benjaminitas, por familias, a las órdenes de jefes y oficiales. Hizo el censo de los mayores de veinte años; resultaron trescientos mil en edad militar y equipados de lanza y escudo. 6Reclutó en Israel cien mil mercenarios por cien pesos de plata. 7Pero un profeta se presentó ante él y le dijo:
-Majestad, no lleves contigo al destacamento de Israel, que el Señor no está con los efraimitas. 8Si te apoyas en ellos, Dios te derrotará frente a tus enemigos. Porque Dios puede dar la victoria y la derrota.
9Amasías preguntó al profeta:
-¿Y qué pasa con los cien pesos de plata que di al destacamento de Israel?
El profeta le contestó:
- El Señor puede devolvértelos con creces.
10Amasías licenció a la tropa procedente de Efraín para que volviese a su tierra. Ellos se indignaron con Judá y volvieron a sus tierras enfurecidos. 11Amasías se armó de valor, tomó el mando de la tropa, marchó a Gue Hammélaj* y mató a diez mil seiritas. 12A otros diez mil los apresaron vivos, los llevaron a la cima de la Roca y los despeñaron desde ella Murieron todos estrellados.
13Mientras, el destacamento que había licenciado Amasías para que no luchase a su lado se dispersó por las ciudades de Judá -desde Samaría hasta Bejorón-, matano a tres mil personas y capturando un gran botín. 14Cuando Amasías volvió de derrotar a los idumeos se trajo los dioses de los seiritas, los adoptó como dioses propios, los adoró y les quemó incienso. 15El Señor se indignó con Amasías y le envió un profeta, que le dijo:
-¿Por qué sirves a unos dioses que no han podido salvar a su pueblo de tu mano?
16Amasías lo cortó en seco, diciéndole:
-¿Quién te ha hecho consejero del rey? Termina de una vez si no quieres que te maten.
El profeta terminó con estas palabras
-Por lo que has hecho, y por no escuchar mi consejo, estoy seguro de que Dios decide tu destrucción.
17Después de aconsejarse, Amasías de Judá mandó una embajada a Joás, hijo de Joacaz, de Jehú, rey de Israel, con este mensaje:
-¡Sal, que nos veamos las caras!
18Pero Joás de Israel envió esta respuesta a Amasías de Judás:
-El cardo del Líbano mandó decir al cedro del Líbano: <<Dame a tu hija por esposa de mi hijo>>. Pero pasaron las fieras y pisotearon el cardo. 19Tú dices <<He derrotado a Edom>>, y te has engreído. Disfruta de tu gloria quedándote en tu casa. ¿Por qué quieres meterte en una guerra catastrófica, provocando tu caída y la de Judá?
20Pero Amasías no hizo caso, porque Dios quería entregarlo en manos de Joás por haber servido a los dioses de Edom. 21Entonces Joás de Israel subió a vérselas con Amasías de Judá en Bet Semes* de Judá. 22Israel derrotó a los judíos, que huyeron a la desbandada. 23En Bet Semes apresó Joás de Israel a Amasías de Judá, hijo de Joás, de Joacaz, y se lo llevó a Jerusalén. En la muralla de Jerusalén abrió una brecha de doscientos metros, desde la Puerta de Efraín hasta la Puerta de Angulo, 24se apoderó del oro, la plata, los utensilios que se hallaban en el templo al cuidado de Obededón, los tesoros de palacio y los rehenes, y se volvió a Samaría. 25Amasías de Judá, hijo de Joás de Israel, hijo de Joacaz.
26Para más datos sobre Amasías, desde el principio hasta el fin de su reinado, véase el libro de los reyes de Judá e Israel. 27Cuando Amasías se apartó del Señor tramaron contra él una conspiración en Jerusalén; huyó a Laquis, pero lo persiguieron hasta Laquis y lo mataron allí. 28Lo cargaron sobre unos caballos y lo enterraron con sus antepasados en la capital de Judá.
Explicación.
25 Se repite el esquema. En e original de 2 Re 14 encontraos un rey piadoso, aunque no perfecto, que muere asesinado, vencedor de los idumeos y derrotado por los israelitas. Estas contradicciones hay que explicarlas según la doctrina rigurosa de la retribución, y el autor recurre a la división en dos etapas: de fidelidad e infidelidad al Señor. Las etapas están animadas por la intervención de dos profetas: al primero le obedece el rey, al segundo lo rechaza, y las consecuencias, victoria y derrota, responden a las actitudes. Para que se vea la diferencia que va de obedecer o no a la palabra profética. El autor vincula las dos batallas haciendo de la primera victoria ocasión del próximo desafío. En conjunto resulta una narración bien encadenada en su proceso.
25,5 Sobre el censo no se pronuncia el autor, parece aceptarlo como hecho neutral; más aún, será este ejército de judíos y benjaminitas el que derrote a los idumeos.
25,6 En cambio, el empleo de mercenarios israelitas es reprobable. Es algo así como la alianza de Josafat con Jorán de Israel o de Jorán de Judá con os consejeros de Jezabel, con el agravante de meter en casa a un enemigo potencial. Recordemos que los lectores del Cronista piensan, naturalmente, en los samaritanos de su época.
25,7-8 "El Señor no está con Israel" es una expresión que retuerce la clásica promesa y profesión "el Señor está con Israel"; es que ahora Israel equivale a los efraimitas, mientras que Judá recoge la herencia del viejo Israel.
25,9 Se entiende en forma de botín ganado al enemigo. Sacrificando el dinero, el rey gana méritos ante el Señor, que puede dar la victoria y la riqueza.
25,11-12 Seír es la sierra donde habitan los idumeos, y una de sus ciudades más importantes es Petra. La cruel matanza es como una consagración al exterminio; el sitio donde se ejecuta es ominoso para los idumeos, que se sentían fuertes en las montañas. Como quien dice, despeñados desde lo alto de su soberbia y confianza (véase especialmente Abd 3-4).
25,11 * = Vallelasal.
25,13 La noticia es verosímil: los mercenarios, además de recibir una soldada, se cobraban saqueando las ciudades conquistadas. Los efraimitas, defraudados del botín que esperaban capturar y que otros se han llevado, se compensan saqueando las ciudades del territorio, y el rey no puede hacer nada, so pena de mayores desgracias. Así se vuelve contra él la medida de pagar mercenarios.
25,14 La crueldad usada con las personas contrasta con el respeto otorgado a los dioses. La cosa era normal: apoderarse de los ídolos del país vencido era señal de victoria y prenda de poderío. Pero esa costumbre estaba rigurosamente prohibida en Israel (Dt 7,5-6). David se contentó con quitarle la corona a Malcom y dedicarla a uso profano: 2 Sm 12.30.
25,16-17 La nueva acción está articulada con el término "aconsejo, aconsejar", en un proceso de endurecimiento. El profeta no es consejero oficial del rey, como un funcionario más, sino que viene con la palabra soberana de Dios; él conoce el "consejo" (o designio) de Dios y tiene que proclamarlo (Am 3). Rechazado el consejo del profeta y desoída su amenaza, el rey se aconseja con sus cortesanos para otra empresa. El duelo verbal está muy estilizado, con repeticiones y rimas: el profeta amenaza nombrando la persona de Dios.
25,20 El Cronista añade la razón teológica del suceso.
25,21 * = Casalsol.
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