351Josías celebró en Jerusalén la Pascua del Señor, inmolándola el día catorce del primer mes. 2Asignó a los sacerdotes sus funciones y los confirmó en el servicio al templo. 3Y dijo a los levitas consagrados al Señor, encargados de instruir a Israel:
-Dejad el arca santa en el templo que construyó Salomón, hijo de David, rey de Israel; no tenéis ya que trasladarla a hombros. Dedicaos ahora a servir al Señor, vuestro Dios, y a su pueblo, Israel. 4Organizaos en turnos por familias, como dispusieron por escrito el rey David y su hijo Salomón. 5Ocupad vuestros puestos en el santuario, dividiendo vuestras familias de forma que cada grupo levítico se encargue de un grupo de familias seglares. 6Inmolad la Pascua, purificaos y preparádsela a vuestros hermanos para que puedan cumplir lo que mandó el Señor por medio de Moisés.
7Josías proporcionó a la gente corderos y cabritos -treinta mil en total- para sacrificios pascuales de todos los presentes y tres mil bueyes, todo ello de la hacienda real. 8Las autoridades ayudaron voluntariamente al pueblo, a los sacerdotes y a los levitas. Jelquías, Zacarías y Yejiel, intendentes del templo, dieron a los sacerdotes dos mil seiscientos animales pascuales y trescientos bueyes. 9Conanías, Semayas, su hermano Natanael, Jsabías, Yeguiel y Jozabad, jefes de los levitas, proporcionaron a los levitas cinco mil animales pascuales y quinientos bueyes.
10Cuando estuvo preparada la ceremonia, los sacerdotes ocuparon sus puestos y los levitas se distribuyeron por clases, como había ordenado el rey. 11Inmolaron la Pascua. Los sacerdotes rociaban la sangre, mientras los levitas desollaban las víctimas. 12Separaban la parte que debía ser quemada y la entregaban a las diversas familias seglares, para que ellas la ofreciesen al Señor, como está escrito en el libro de Moisés. 13Lo mismo hicieron con los bueyes. Asaron la pascua, como está mandado, y cocieron los alimentos sagrados en ollas, calderos y cazuelas, repartiéndolos en seguida a todos los laicos. 14Después la prepararon para ellos mismos y para los sacerdotes; como los sacerdotes aaronitas estuvieron ocupados hasta la noche en ofrecer los holocaustos y las grasas, los levitas la prepararon para sí mismos y para ellos.
15Los cantores, descendientes de Asaf, estaban en sus puestos, como habían mandado David, Asaf, Hemán y Yedutún, vidente del rey. Los porteros ocuparon cada cual su puesto, sin necesidad de abandonar su trabajo, porque sus hermanos levitas se lo prepararon todo. 16Toda la ceremonia se realizó aquel mismo día: se celebró la Pascua y se inmolaron holocaustos en el altar del Señor, como había mandado el rey Josías. 17Los israelitas que se hallaban presentes celebraron entonces la Pascua y a continuación la fiesta de loa Ázimos durante siete días.
18Desde los tiempos del profeta Samuel ningún rey de Israel había celebrado una Pascua como la que organizaron Josías, los sacerdotes, los levitas, todos los judíos e israelitas que se encontraban allí y los habitantes de Jerusalén. 19Se celebró el año dieciocho del reinado de Josías.
20Bastante después de que Josías restaurase el templo, el rey de Egipto, Necó, se dirigió a Cárquemis, junto al Éufrates, para entablar batalla. Josías salió a hacerle frente. 21Entonces Necó le envió este mensaje:
-No te metas en mis asuntos, rey de Judá. No vengo contra ti, sino contra la dinastía que me hace la guerra. Dios me ha dicho que me dé prisa. Deja de oponerte a Dios, que está conmigo, no sea que él te destruya.l
22Pero Josías, en vez de dejarle paso franco, se empeñó en combatir. Desatendiendo lo que Dios le decía por medio de Necó, entabló batalla en la llanura de Meguido. 23Los arqueros dispararon contra el rey Josías, y éste dijo a sus servidores:
-Sacadme del combate, porque estoy gravemente herido.
24Sus servidores lo sacaron del carro, lo trasladaron al otro que poseía y lo llevaron a Jerusalén, donde murió. Lo enterraron en las tumbas de sus antepasados. Todo Judá y Jerusalén hizo duelo por Josías. 25Jeremías compuso una elegía en su honor, y todos los cantores y cantoras siguen recordándolo en sus elegías. Se han hecho tradicionales en Israel; pueden verse en las Lamentaciones.
26Para más datos sobre Josías, las obras de piedad que hizo de acuerdo con la Ley del Señor y todas sus gestas, 27de las primeras a las últimas, véase el libro de los reyes de Israel y Judá.
Explicación.
35 Respecto a Josafat, Josías asigna nuevas funciones a los levitas. Si bien los sacerdotes se reservan la función primaria de rociar la sangre, a los levitas tocan todos los trabajos que hacen funcionar la ceremonia. Se les asigna una función mediadora importantísima: estar en contacto con las familias seglares mientras los sacerdotes quedan distanciados. Al trasladarse definitivamente la fiesta, de las casas al templo, desaparecen algunos ritos y se añaden sacrificios complementarios al pascual. Víctimas pascuales son reses de ganado menor, preferentemente corderos; para los otros sacrificios se emplean reses de ganado mayor.
El autor presenta algunas novedades, poniendo empeño en remontarse a la institución de Moisés. Es probable que refleje usos de su propia época.
35,3 A varios siglos de construido el templo, la noticia suena extraña (cfr. 1 Cr 16,37; 23,4). ¿Es que los levitas llevaban procesionalmente el arca en algunas festividades? La escuela de Ezequiel y escritos posteriores hablan de una carroza donde se transportaba el arca. En cualquier caso, una tarea semejante de algunos levitas sería excepcional y no impediría el servicio ordinario. Según Nm 9, los israelitas celebran una Pascua y en seguida emprenden la marcha transportando todos los enseres del culto; esto ya no es necesario.
35,7 Si calculamos cinco personas por res, nos sale una multitud de casi doscientas mil personas; demasiadas para caber en los atrios del templo.
35,11 Con la sangre se rociaba el altar. En Egipto se rociaron las jambas de las puertas.
35,15 Si ocupaban su puesto, sería para acompañar la ceremonia con música.
35,19 Si el hallazgo del libro y la celebración de la Pascua suceden el mismo año, la reforma tuvo que suceder antes. También en 2 Re se da la misma fecha, aunque coloca la laboriosa reforma entre ambos sucesos.
35,20-23 Rápidamente se desmoronaba el imperio de Asiria. En 612 cayó Nínive, en 610 fue conquistada la nueva capital, Jarrán. Aunque los medos habían colaborado en la empresa, el nuevo poder histórico era Babilonia y su rey se llamaba Nabopolasar. El Faraón quiso, al parecer, contrarrestar ese rápido ascenso, apoyando al débil monarca asirio. Buscaba casi un protectorado que le asegurase una ventajosa penetración hasta el Éufrates. Su acción tenía que ser rápida para lograr éxito. Josías se sintió amenazado por el Faraón y temió que el asirio pudiera reconquistar los territorios de Israel; por eso le hizo frente en el clásico paso estratégico de Meguido, frustrando la prisa del egipcio.
El Cronista da una versión religiosa del suceso: la urgencia política y militar del Faraón es un acoso de la divinidad, de la que se siente servidor y mensajero. Josías no reconoce en esa la voz de Dios, y paga la culpa. ¿Y cómo podía reconocerla? El autor no explica su teoría. Quizá la deduce de un principio general: que Israel no debe enredarse en la política de los imperios, que no es su misión interponerse entre las dos potencias, que Dios dirige la historia por sus caminos.
35,24 Según 2 Re, Josías murió en Meguido.
35,25 Históricamente, la intervención literaria de Jeremías es posible, hasta probable. Pero el libro que nosotros llamamos Lamentaciones ni es de Jeremías ni es una elegía por el rey Josías.
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