Ocozías de Judá (841) (2 Re 8,24-29)
221Los habitantes de Jerusalén nombraron rey a su hijo menor, Ocozías, porque a los otros los había asesinado la banda que seguía al campamento de los árabes. Así reinó Ocozías, hijo de Jorán de Judá.
2Tenía cuarenta y dos años cuando subió al trono y reinó en Jerusalén un año; su madre se llamaba Atalía y era hija de Omrí. 3También él imitó la conducta de la casa de Ajab, porque su madre lo incitaba al mal. 4Hizo lo que el Señor reprueba. Igual que la casa de Ajab, ya que al morir su padre ellos fueron sus consejeros para su perdición. 5Por consejo suyo acompañó a Jorán, hijo de Ajab, rey de Israel, a luchar contra Jazael, rey de Siria, en Ramot de Galaad. 6Los sirios hirieron a Jorán y éste volvió a Yezrael para curarse de las heridas que le habían infligido en Ramot, durante la batalla contra Jazael de Siria. Entonces Ocozías hijo de Jorán, rey de Judá, bajó a Yezrael para visitar a Jorán, hijo de Ajab, que estaba enfermo. 7Con esta visita el Señor provocó la ruina de Ocozías. Durante su estancia, salió con Jorán al encuentro de Jehú, hijo de Nimsí, al que había ungido el Señor para exterminar a la dinastía de Ajab. 8Y mientras Jehú hacía justicia en a dinastía de Ajab, encontró a las autoridades de Judá y a los parientes de Ocozías que estaban a su servicio y los mató. 9Después buscó a Ocozías; lo apresaron en Samaría, donde se había escondido y se lo llevaron a Jehú que lo mandó matar. Pero le dieron sepultura, pensando <<Era hijo de Josafat, que sirvió al Señor de todo corazón>>.
En la familia de Ocozías no quedó nadie capaz de reinar.
Reinado y muerte de Atalía (2 Re 11,1-20)
10Cuando Atalía, madre de Ocozías, vio que su hijo había muerto, empezó a exterminar a toda la familia real de la casa de Judá. 11Pero cuando los hijos del rey estaban siendo asesinados, Josebá, hija del rey de Jorán, esposa del sacerdote Yehoyadá y hermana de Ocozías, y lo escondió con su nodriza en el dormitorio así se lo ocultó a Atalía, que no pudo matarlo. 12Estuvo escondido con ellas en el templo durante seis años, mientras en el país reinaba Atalía.
Explicación.
22 Los datos están tomados de 2 Re 8,24-29 y 10,13-14: el autor los modifica un poco y los une en un relato coherente. El cuadro negativo de la fuente resulta más explícito e intenso. Todos los males vienen del parentesco con la dinastía septentrional, corrompida por el influjo fenicio: el parentesco, la alianza, los ejemplos y los consejos corrompen también al rey de Judá. De la culpa arranca el castigo. Como Jehú tuvo por misión aniquilar a toda la familia de Ajab y Jezabel, también entraba en la lista el joven nieto de Jezabel. Su colaboración con el hijo de Ajab agravó su responsabilidad.
22,7-10 El modo de la muerte está cambiado sin tocar a lo sustancial. Según 2 Re 9,28 Ocozías murió en Meguido, a consecuencia de las heridas; el Cronista transforma el hecho en una especie de ejecución judicial.
22,9 La muerte violenta a los veintidós años es castigo merecido. Y lo más grave es que no aparece nadie capaz de recoger la herencia davídica. Es como si la alianza con Israel estuviera precipitando el destino de Judá. Hecho ejemplar para los lectores, bien subrayado por el Cronista: no es posible la alianza con los samaritanos.
22,10-23,21 En la historia de Atalía y Joás el autor sigue muy de cerca a su modelo de 2 Re 11, con un par de cambios significativos: la ejecución de la empresa se clericaliza, la aceptación del rey se universaliza.
Lo primero. La guardia real en el templo está formada aquí por sacerdotes y levitas, únicos que pueden legalmente entrar en el edificio del templo; a ellos toca impedir que nadie entre en zona prohibida. En la ceremonia toman parte activa los cantores. Al final, el templo queda custodiado según las normas establecidas por David. Así se clericaliza la operación.
Lo segundo. Como la continuación de la monarquía davídica es casi un milagro, todo Judá debe participar y comprometerse, como sucedió en tiempo de David. Así el autor crea una inverosímil conjuración por todas las ciudades (v.2) y coloca a "todo el pueblo (5,10) en los atrios.
Las etapas del milagro son: "no quedó nadie capaz de reinar" (22,9), "debe reinar un hijo del rey" (23,3), "sacaron al hijo del rey" (23,11), "lo proclamaron rey lo ungieron" (11), "instalaron al rey en el trono real" (20).
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