miércoles, 25 de marzo de 2020

2 CRÓNICAS. CAPÍTULO XXVIII

 Acaz de Judá (734-727) ( 2 Re 16,2-4.19-20)

281Cuando subió al trono Acaz, tenía veinte años y reinó en Jerusalén dieciséis años. No hizo, como su antepasado David, lo que el Señor aprueba. 2Imitó a los reyes de Israel, haciendo estatuas a los baales. 3Quemaba incienso en el valle de Ben-Hinón e incluso sacrificó a su hijo en la hoguera, según la costumbre aborrecida de las naciones que el Señor había expulsado ante los israelitas. 4Sacrificaba y quemaba incienso en los altozanos, en las colinas y bajo los árboles frondosos. 5El Señor, su Dios, lo entregó en manos del rey sirio, que lo derrotó, capturó numerosos prisioneros y los llevó a Damasco También lo entregó en manos del rey de Israel, que le infligió una gran derrota.

6Pécaj, hijo de Romelías, mató en un solo día a ciento veinte mil judíos, todos aguerridos, por haber abandonado al Señor, Dios de sus padres. 7Y Zicrí, un soldado de Efraín, mató a Maseyas, hijo del rey, a Azricán, mayordomo de palacio, y al primer ministro, Elcaná. 8Entre mujeres, hijos e hijas, los israelitas tomaron a sus hermanos doscientos mil prisioneros; se apoderaron también de un gran botín y lo llevaron a Samaría.

9Había allí un profeta del Señor llamado Oded. Cuando el ejército volvía a Samaría, salió a su encuentro y le dijo:

-El Señor, Dios de vuestros padres, indignado con Judá lo puso en vuestras manos. Pero la saña con que los habéis matado clama al cielo. 10Y encima os proponéis convertir en esclavos y esclavas a los habitantes de Judá y Jerusalén. ¿No habéis pecado bastante contra el Señor vuestro Dios? 11Hacedme caso y devolved a vuestros hermanos que habéis tomado prisioneros, porque os amenaza la ardiente cólera del Señor

12Algunos jefes efraimitas -Azarías, hijo de Juan, Berequías, hijo de Mesilemot, Ezequías, hijo de Salún y Amasá, hijo de Jadlay- se pusieron también en contra del ejército que volvía 13y le dijeron:

-No metáis aquí a esos prisioneros, porque seríamos reos ante el Señor. Bastante hemos pecado ya para que os dediquéis a aumentar nuestras faltas y culpas, irritando al Señor contra Israel.

14Entonces los soldados dejaron los prisioneros y el botín a disposición de las autoridades y de la comunidad. 15Designaron expresamente a algunos para que se hiciesen cargo de los cautivos. A los que estaban desnudos los vistieron con trajes y sandalias del botín; luego les dieron de comer y beber, los ungieron, montaron en burros a los que no podían caminar y los llevaron a Jericó, la ciudad de las palmeras, con sus hermanos. A continuación se volvieron a Samaría.

16Por entonces, el rey Acaz envió una embajada al rey de Asiria para pedirle ayuda. 17(los idumeos habían hecho una nueva incursión, derrotando a Judá y haciendo prisioneros; 18los filisteos saquearon las ciudades de la Sefela y del Négueb de Judá, apoderándose de Bet Semes*, Ayalón*, Guederot*, Socó y su comarca, Timná y su comarca, Gimzó y su comarca, estableciéndose en ellas. 19El Señor humillaba a Judá por culpa de Acaz, que había traído el desenfreno a Judá y se mostraba rebelde al Señor). 20Pero Tiglat Piléser, rey de Asiria, en vez de ayudarlo, marchó contra él y lo sitió. 21Y aunque Acaz espojó el templo, el palacio y las casas de las autoridades para ganarse al rey de Asiria, no le sirvió de nada. 22Incluso durante el asedio siguió rebelándose contra el Señor. 23Ofreció sacrificios a los dioses de Damasco, que lo habían derrotado, pensando: <<Los dioses de Siria sí que ayudan a sus reyes. Les ofreceré sacrificios para que me ayuden a mí>>. Pero fueron su ruina y la de Israel.

24Acaz reunió los objetos del templo y los hizo pedazos; cerró las puertas del templo, construyó altares en todos los rincones de Jerusalén 25y levantó ermitas en todas las ciudades de Judá para quemar incienso a dioses extraños, irritando al Señor, Dios de sus padres.

26Para sus restantes actividades y empresas de principio al fin de su reinado, véase el libro de los reyes de Judá e Israel. 27Cuando Acaz murió no lo llevaron al panteón real de Judá, sino que lo enterraron en la ciudad, en Jerusalén. Su hijo Ezequías le sucedió  en el trono.

Explicación.

28 El reinado de Acaz está descrito con datos históricos que suministra el libro de los Reyes, con alusiones veladas al libro de Isaías y con otros datos creados o explotados con función constructiva. El Cronista quiere preparar por contraste el reinado glorioso de Ezequías, y para ello acumula datos negativos en el reinado de su antecesor. Mucho tiene que desatar Acaz para que pueda rehacerlo su hijo, en el orden militar y en el religioso.

Históricamente son tiempos difíciles para Judá y más aún para Israel. Judá se encuentra sitiada: por el sur atacan de nuevo los idumeos, por poniente los filisteos se rehacen y hostilizan a sus vecinos, por el norte surge un enemigo formidable, el reino hermano de Israel, aliado y protegido de Siria. Lo lógico, lo que predica Isaías, era acudir confiadamente al Señor; pero Acaz es un rey impío y desconfiado (Is 7). Lo que hace es pedir auxilio a la nueva potencia de la época: Asiria. Así repite el juego peligroso que había iniciado Asá con Damasco; porque tampoco se detendrá Asiria, una vez desatada.

Esta convocación funesta acarrea en seguida graves consecuencias económicas y religiosas, atiza la infidelidad del monarca y prepara acontecimientos luctuosos. La impiedad llega a tal extremo, que el rey cierra las puertas del templo, como acabando con el culto, como clausurando una época histórica. Es, en términos de templo y culto, algo así como el reinado de Atalía en términos de dinastía. Hará falta un nuevo comienzo, una nueva apertura: es lo que pretende el autor.

También es grave la situación para Israel: después de una rápida sucesión de conspiraciones y cambios de dinastía, los dos últimos reyes, Pécaj y Oseas, precipitan la catástrofe, la destrucción final de Israel, que sucederá en el reinado de Ezequías. El Cronista, fiel a su programa, no narra estos hechos, pero sabe que sus lectores lo conocen y que los tienen presentes cuando leen. Pues bien, también ese final trágico prepara un nuevo comienzo, cuando no pocos supervivientes se incorporen política y religiosamente a Judá. Hay que preparar el suceso ¿y qué mejor preparación que ese insigne acto de perdón fraterno? El episodio, inesperado en la mentalidad del Cronista, se explica muy bien en función de lo que va a suceder.

En toda la construcción narrativa pesa la situación que viven el autor y sus lectores: unos judíos continuadores del pueblo elegido, unos samaritanos que pueden comenzar si rompen con el pasado, un solo templo legítimo. Las obras de misericordia pueden probar que está en pie la llamada de Dios. El autor predica más allá de las fronteras la piedad con Dios y con el prójimo.

28,2 El Cronista lee una idolatría implícita en las referencias de su fuente, que hablan simplemente de culto ilegítimo a Yhwh.

28,5 El original menciona sólo una invasión y un asedio fracasado de la capital.

28,6-8 El autor supone que el rey ha arrastrado a la tropa y al pueblo a la infidelidad. Si los números son astronómicos, es interesante la designación "sus hermanos", que se repite en los versos 11 y 15: es la clave del episodio.

28,9-11 Un profeta en Samaría es un agente del verdadero Dios: con razón puede llamar al Señor "Dios de vuestros padres, vuestro Dios". Ese Dios no ha rechazado del todo a los efraimitas, antes los sigue interpelando con la palabra profética y los pone a prueba ofreciéndoles una ocasión definitiva. Ser ejecutores de la sentencia divina no autorizaba tamaña crueldad no han de ser esclavos los liberados de la esclavitud de Egipto (Lv 25,39-43).

28,12 "Efraimitas" designa a los ciudadanos del norte. Estos jefes se ponen de parte del profeta, reforzando su palabra.

Es de notar la ausencia de sacerdotes en el reino septentrional y que tampoco se menciona el rey.

28,14 Pero sí se señala el carácter colectivo de la operación.

28,15 El homenaje que rinde el autor a los israelitas es impresionante; sobre todo si se compara con la resistencia de algunos reyes judíos a exigencias proféticas más sencillas. Dar de comer al hambriento, de beber al sediento, vestir al desnudo, liberar al cautivo, cuidar del enfermo: la lista de obras de misericordia está casi completa.

28,17 Según la fuente, los idumeos reconquistaron la punta meridional de Eilat; el autor los mete en territorio israelita.

28,18 * = Casalsol; Cervera; Tapias.

28,19 En el término raro "desenfreno" resuena e pecado de becerro de oro (Ex 32,25).

28,20-21 El original dice que "el rey de Asiria le atendió" (cfr. 2 Re 16,9) y que le valieron los regalos enviados al monarca extranjero.

28,23 Según el original, Acaz mandó construir un altar según el diseño de un altar de Damasco y realizó otras reformas para agradar al rey asirio; el Cronista lo transforma en idolatría formal.

28,24 Esto es lo más grave: el sucesor de David y Salomón clausura el templo (2en 2 Re se habla de una reforma en el acceso reservado al rey). Si la dinastía existía en función del templo, se diría que la dinastía ya no tiene razón de existir. Pero el autor sabe que ya ha nacido el sucesor glorioso, probablemente el hijo anunciado por Isaías (7,14).

En este lugar narra el libro de los Reyes la caída de Samaría y de Israel.

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